Lo primero es deciros ¡¡FELIZ AÑO NUEVO!! Como los anteriores, este 2017 viene cargado de proyectos y como tengo muchos sin acabar, pues mi propósito de este año es ir rematando algunos de ellos y seguro que comenzando alguno nuevo.
Hoy os enseño una escena sobre el libro Charlie y la Fábrica de Chocolate que presenté al concurso 1/12 que todos los años organiza Jorge Cubells.
En verano salieron las bases y como tenía muchas ideas en la cabeza, mientras iba de paseo de vuelta a casa con mi marido le pregunté qué libro escogería él. Así que el tema lo decidimos juntos y me puse manos a la obra para montar el escenario, un libro abierto, donde entrase todo lo que quería poner.
Las tapas, aunque no se iba a cerrar, las hice de cartón pluma y con el lomo en otra pieza para poder cerrar o abrir el libro (yo que me complico sola)
Las forré y corté de porexpan los bordes que imitarían las hojas.
Las forré de un libro y con unos sellos y una regla de números, hice la numeración de las hojas.
Lo pequé todo con silicona líquida, para que el porexpan se fijase al cartón. También añadí unos trocitos de cartón corrugado para imitar las hojas del libro a los bordes exteriores del porexpan.
Para darle más verosimilitud, añadí un trocito de cartón doblado, como si fuera por donde se abren las páginas, el centro del libro.
Y por último pegué otras "hojas" encima, dobladas, para que se viera que el libro tenía varias páginas.
Después me tocó levantar la montaña. Hice a la izquierda la puerta de entrada a la zona de fábrica y dejé una pestaña por debajo para poder pegarla a la base. Para ello aproveché un cartón grueso de una caja, y con la pestaña de la tapa me ahorré doblarla yo. Así tenía mejor consistencia.
Luego tocó forrar toda la base y empezar a poner diferentes alturas.
Una tarde entera me pasé para hacer el árbol con alambre de una espiral de libreta. Pequé la base con silicona caliente y la forré con cinta roja para darle un poco de color al tronco.
Y seguí con la planificación de la base. Por supuesto, tuve que hacer muchas medidas, pero sobre todo para buscar el centro de la cascada de chocolate.
Con mucha paciencia y el palo de un pincel rellené las pajitas transparentes. Se las robé a mis sobrinos de un juego que tienen de construcción para la bañera, incluidos los conectores de colores. Eso sí, el grifo lo pinté de plateado, y con una chincheta, un casquillo y una pegatina de brillo ya estaba listo para que empezase a salir chocolate.
Empecé a colocar el chocolate y me inventé un bosque de varias especies: piruletas, chupa-chus y palotes, helados de 3 chocolates y helados de cucurucho de estraciatella.
Como veis, la pajita la doblé hacia adentro, esto es un efecto que tienen los líquidos y además así quedaba mejor.
Coloqué el puente y empecé a diseñar el huerto.
Para que veáis que todo era minúsculo, aquí va una foto de cómo fui colocando con una pinza todas las "especies" del huerto.
Y también me dió muchos quebraderos el pequeño duende, pero conseguí vestirle apropiadamente, porque lo de ponerle pantalones a una cosa tan pequeña se me resistió.
Y para no alargar más la entrada, a continuación os pongo varias vistas de toda la escena. Me lo pasé genial haciéndola, así que prometo que enseñaré cómo fui haciendo los detalles en otras entradas.